La percepción de muchos alumnos, igual que los profesores invitados a
cursar talleres de ética transversal, es qué la ética es “una materia de
relleno.” ¿Tienen razón? ¿Por qué
piensan eso?
Cuando se juntan contadores, ingenieros, psicólogos, maestros de
idiomas, físicos, arquitectos, abogados y administradores en un salón, o en un
taller, el mensaje implícito es que existe un mínimo común denominador y un
lenguaje que todos hablan. Efectivamente
existen tales denominador y lenguaje—el sentido común. Es por eso que existe una tendencia, tanto
para los profesores como para los alumnos, a pensar que la ética es “de
relleno.”[1]
El problema fundamental es que si/cuando no somos conscientes de la
diferencia entre nombrar y aprender en serio,[2]
ni manejamos una heurística,[3]
cada quien puede compartir aportaciones, interpretaciones y argumentos
descuidadamente y de cualquiera manera (“willy-nilly”), y por eso existe la
expectativa que la ética es mucho más fácil que la física o la química[4] y
hablamos como si la emoción de un ser humano fuera un fenómeno más sencillo que
la moción de un átomo; hablamos de virtudes (y valores) sin tomar en cuenta la
bioquímica de personas virtuosas;[5]
hablamos de “la dignidad” o “la libertad” sin reconocer la historicidad de sus
significados. ¿Cuál dignidad? [6]
¿Cuál libertad?[7]
Los pensadores en la tradición de la fenomenología
hermenéutica sostienen que nuestras palabras están en un mundo,[8]
y por eso hay que tener cuidado al interpretarlas, traducirlas y
hablarlas. Dichos filósofos desaprueban
el “horizonte de Vorhandenheit” que
se preocupa por la universalidad y la necesidad apropiada de conceptos,
palabras y términos. En lugar de tal
enfoque atomístico le ponen una hermenéutica de Faktizität. En el caso de
Gadamer su hermenéutica es una recuperación de la pregunta ética y política de
Aristóteles: “¿Cómo debería vivir?”[9]
En gran parte la tradición post-Husserliana de la
fenomenología hermenéutica nos ha hecho conciencia de la omnipresencia de la
interpretación. No es simplemente que
todas nuestras palabras y expresiones estén en un contexto o un mundo, sino que
también nuestros mundos son “lenguados”,[10] es
decir en cuanto aprendemos nuestra lengua materna vivimos en ella.
Dicen que cada traducción es a la vez una
interpretación. A menudo no es fácil
traducir de un idioma a otro porque las palabras y las expresiones “viven” en
una cultura, en una época histórica, y nosotros vivimos interpretando nuestra
presencia en esa cultura y esa época.
Las expresiones idiomáticas, los dobles y triples
significados, y los significados locales abundan en cualquier lenguaje, y no es
suficiente con memorizar; uno tiene que vivir dentro del lenguaje para fluir
espontáneamente. Los hablantes nativos del inglés no piensan dos veces para
usar expresiones como “hit the ceiling” o “what’s up?”, pero los estudiantes de
inglés como segunda lengua luchan para apropiarse de esas expresiones
adhiriéndose a la seguridad de su lengua materna y de manera espontánea
aterrándose a dar el “salto” que amenaza con su propia identidad.[11]
No es que tengamos una opción de interpretar o no,
sino que es un hecho que interpretamos continuamente. Vivimos inmersos en las cosas e interpretando
nuestra situación actual. El sujeto
Cartesiano y la epistemología Cartesiana se han reemplazado por el sujeto que
vive dentro de un lenguaje y por una fenomenología hermenéutica.
Desafortunadamente varios pensadores, cuando
reaccionan a Descartes, rechazan tajantemente la ciencia en el nombre de “la
lógica cientifísta” o por la afirmación de “que la técnica es una forma de
desocultamiento del Ser” (Heidegger).
En lugar de adoptar la actitud de Descartes—la ciencia es una
herramienta para hacernos “los señores y dueños de la naturaleza”—existe la
tendencia, sobre todo en las ciencias sociales, a adoptar la crítica de la
Escuela de Frankfurt que toma las ciencias “duras” o “exactas” como
completamente técnicas y manipuladoras en su intento más básico.
Heidegger tiene razón: debemos liberarnos de una
interpretación técnica del pensar.[12] Además, debemos leer obras como Frankenstein (Mary Shelley ,1818), La Rebelión de las masas (José Ortega y
Gasset, 1929), Un Mundo Feliz (Aldous
Huxley ,1932) y 1984 (George Orwell,
1949), y ver películas como “Fahrenhiet 451” (1966) y “Blade Runner” (1982) con
la sospecha que no “todo va marchando bien” y que “y
no me hace bien caminar en sentido contrario a lo que es mi edén.”[13] Sin embargo, la solución no es privilegiar el sentido común, ni la vida originaria,[14] ni experiencias místicas. ¿Desde cuál horizonte se puede afirmar lo primigenio de uno u otro de ellos?[15]
Lo que sostengo es lo siguiente: La ética no es equiparable con el sentido común, la vida originaria, o experiencias
místicas, pues ellos no se preocupan por la complejidad de revoluciones
hermenéuticas y científicas que apenas van en marcha, ni la reversión de la desintegración
de la ética en algo instrumental, técnico y estratégico.[16] Sin embargo, la ética tiene que ver con el
sentido común. El asunto es la
comunicación, circulación e implementación efectiva y hermosa de ideas
oportunas en las escuelas normales, hospitales y mercados de Morelia,[17]
la posibilidad de popularizar sin vulgarizar.[18]
En lugar de: (i)
rechazar toda técnica y andar en burros y rasurarnos con piedras; (ii)
descartar la heurística y volver a tratamientos médicos de antes del año 1869 cuando
el químico Dimitri Mendeleev empezó a desarrollar la tabla periódica; y (iii)
evaluar la locura de un Johannes Kepler o una María Curie como aberraciones,
podemos (¿debemos?) aceptar humildemente la invitación a auto-apropiar la
praxis noética fenomenológicamente verificable de resolver problemas
aparentemente triviales.[19] Sin la experiencia del gozo de descubrir, por
ejemplo, el por qué una corona sea o no sea auténtica, el eticólogo, el
politólogo y el pedagogo, junto con sus alumnos, corren el riesgo de tener
nociones inadecuadas, por ejemplo la noción de la implementación de estructuras
heurísticas como algo estático, frío y manipulador y la noción de la ética como
“materia de relleno” porque todos pueden opinar de “la dignidad,” “los valores”
y “la felicidad.”
[2] Una definición nominal—por ejemplo de “agua”—no
supone más que una intelección sobre el uso correcto del lenguaje. Una definición explicativa, en cambio, supone
un acto de intelección ulterior sobre los objetos a los cuales refiere el
lenguaje. Véase Insight, 46. También véase el final de “Ética para DummiesD. ¿Tiene que ver la ética con lo histórico?”
[3] La elección e implementación de símbolos heurísticos
es un ejemplo de una técnica. Ambos
Leibniz y Newton descubrieron el cálculo, pero se adaptaron al simbolismo de
Leibniz. ¿Por qué? Porque es más conveniente y hace más fácil la
colaboración. La palabra
“heurística" (de Griego heuriskein)
significa "encontrar" y heureka
"¡Ya lo encontré! ¡Ya entendí! En la educación la heurística es una técnica
del descubrimiento: (i) la “x” en álgebra.
Ejemplo "¿Cuál es el número que si lo dobla, luego le suma 5 y
luego divide esa suma por 3, obtiene 3?"
Llame a ese número x. La declaración hecha mediante palabras puede
también escribirse por medio de una ecuación: (2x + 5)/3 = 3; (ii) en la física:
“Supongamos que alguna función indeterminada f (x, y, z…) sea la función que buscamos”. Queremos desarrollar una ecuación
diferencial que expresa en lenguaje matemático ciertas características muy generales
de los datos (Véase Bernard Lonergan, Insight:
Estudio sobre la comprensión humana, Salamanca: Sígueme, 1999,
75-76); (iii) ¿Cuál es “la naturaleza de ‘x’”? donde ‘x’ simboliza el
color, el fuego, el dinero, la libertad, la felicidad, etc.
[4] “There is an
expectation that studying ethics is going to be easier than studying
statistics, molecular biology, agro-biotechnology, international political
economy, and medical nutritional therapy in surgery. Students know from their
high school study of philosophical figures, schools, periods, and “-isms,” that
philosophers have a hard time agreeing on pretty much everything. Even though
their teachers ask them to move beyond doxa
to episteme in their final essays,
many of them observe at the end of their semester-long survey courses that very
little has been settled: doxa
defeated episteme mightily. How could
ethics possibly be anything more than using common sense to tweak opinion?”
James Gerard Duffy, “Ethics as Functional Specialization,” Journal of
Macrodynamic Analysis, vol. 7, 2012, 128.
[5] Sobre la posibilidad fantástica de investigar las
virtudes orgánicamente, véase James Gerard Duffy, “El Azar, la probabilidad
emergente y la Cosmópolis,” Revista deFilosofía: Debate Hermenéutica Cultura, Universidad Iberoamericana, no. 135, julio-diciembre, 2013, en particular la nota #70, p. 334.
[6] Cf. Francisco García Moreno, “El Concepto de Dignidad
Como Categoría Existencial: Un Recorrido del Concepto a la Largo de la Historia
de la Filosofía,” El Búho, Revista
Electrónica de la Asociación Andaluza de Filosofía. D.L: CA-834/97. ISSN
1138-3569.
[7] Antes de las “tres olas de la modernidad” (véase Leo
Strauss, “The Three Waves of Modernity” en H. Gildin (ed.) Political Philosophy: Six Essays by Leo Strauss, Indianapolis:
Bobbs-Merrill, 1975, 81-98), “la libertad” se refería a la orientación de una
persona virtuosa hacia lo bueno, y “la felicidad” significaba algo excelente (summum bonum). Maquiavelo afirmó que los
hechos fríos de la vida humana nos muestran que dicha orientación hacia lo
excelente es un mito. Que: ¡seamos realistas! Luego Hobbes y Locke siguieron a
Macchiavello y asumieron que la ley natural es únicamente una ley de
auto-preservación. Desde entonces “la
libertad” se relaciona con el derecho político de una cómoda auto-preservación
frente al sufrimiento y la muerte, concebidas como si fueran las cosas más
horribles (summam malum). Es de derecho privado el definir la búsqueda
de “la felicidad”, y el propósito del gobierno es proteger este derecho y a la
libertad corporal.
[8] Sachlichkeit der
Sprache es la expresión en alemán.
[9] Frederick
Lawrence, “Language as Horizon?” The
Beginning and the Beyond: Papers from the Gadamer and Voegelin Conferences,
editado por Fred Lawrence, California: Scholars Press, 1984, 19. La
hermenéutica está implícita en la ética de Aristóteles: “El fin aparece a cada hombre [o mujer] según la forma de su carácter.” Ética Nicomáquea (1114a30f) y la ética de
Aquino. "Qualis unusquisque est,
talis et finis videtur ei" es latín y la
traducción de Aquino del griego de Aristóteles, Summa Theologiae Ia, q.
83, a. 1, obj. 5a; IaIIa, q. 10, a. 3, obj. 2a.
[10] Sprachlichkeit
der Welt es la expresión en alemán.
[12] Véase su “Carta Sobre el Humanismo.”
[13] “Si te pudiera mentir,” Marco Antonio Solis.
[14] Lebenswelt en alemán. Cf. Edmund,
Husserl, La idea de la fenomenología,
trad. cast. Jesús Adrián Escudero, Barcelona, Herder, 2012.
[15] El desarrollo de la fenomenología ha hecho posible
una cosecha nueva, el método fenomenológico tiene su lugar, y el legado de
Husserl es innegable. Sin embargo, tomar
como primer principio fenomenológico lo primigenio del Lebenswelt es problemático.
El epojé (es un término
griego, que significa ‘restricción,’ ‘suspensión’) es una suspensión de la
preocupación que pone entre paréntesis la serie “¿Es? ¡Es! Es,” por lo tanto la
afirmación "La vida originaria (Lebenswelt) es primigenio." no sucede en el horizonte del Lebenswelt.
[17] "Estoy pensando en las ocho normales de
Michoacán y en la Escuela Preparatoria Melchor Ocampo; estoy pensando en el
Hospital General Regional No. 1 IMSS de Morelia; también estoy pensando en el
Mercado Independencia y el Mercado de San Juan. ¿Existe una manera para
comenzar a concebir heurísticamente la relación entre el XVII Congreso
Internacional de Filosofía (7 al 11 de abril de 2014, CIAC - Centro de Información
Arte y Cultura de la UMSNH) y la calidad de atención médica, el costo del limón
en los mercados y el nivel de vida en Morelia?" James Gerard Duffy, "El Periodo Axial y el filosofar en el siglo XXI (parte1)"
[19] “En medio de esa vasta y profunda convulsión de la
mentes humanas que llamamos El Renacimiento, Descartes estaba convencido de que
muchísima gente sentía que era cosa de poca monta dirigir sus esfuerzos a
problemas aparentemente triviales.” Insight, p. 37. Se necesita complementar la fenomenología del
Lebenswelt con una fenomenología de Verstehen. Véase los comentarios sobre la posibilidad de
una fenomenología de Verstehen
(“understadning” en inglés) en Bernard Lonergan, Phenomenology and Logic: The Boston College Lectures on Mathematical
Logic and Existentialism, Toronto, Univ. Toronto Press, 2001, CWL18: 365-357. Un texto clave para Lonergan era Bruce
Lindsay y Henry Margenau, The Foundations
of Physics, John Wiley & Sons, 1936.
Véase capítulo 10 “The Dominant Context of Lonergan’s Life” en Pierrot
Lambert y Philip McShane, Bernard
Lonergan: His Life and Leading Ideas, Vancouver: Axial Publishing, 2010.