Cuando Sócrates fue en busca de un sabio, encontró gente capacitada en un arte (téchne), pero no encontró alguien verdaderamente sabio. Un artesano produce un bien o un producto a partir de un tipo de conocimiento; sus procedimientos son razonables, y se pueden enseñar, es decir hay maestros y alumnos de un arte.[2]
Para Aristóteles téchne es una virtud dianoética (intelectual) entre otras: epistéme, frónesis (la sabiduría práctica), nous y sophía (la sabiduría teórica). La prudencia (frónesis) es la virtud que nos permite juzgar y actuar en función de un contexto, de unas circunstancias, y requiere un conjunto de experiencias. Cada asunto especial demanda una instrucción especial, mientras solo quien posea una cultura general puede juzgar en conjunto. Es por eso que Aristóteles sostiene que mientras un joven puede llegar a ser un geómetra o matemático, le falta la experiencia de casos particulares para ser un hombre prudente (frónimos).[3]
Mientras sophía y téchne son aspectos de la buena argumentación (retórica), cuyo fin es la producción de discursos para persuadir, no bastan, pues la argumentación de una persona lúcida lleva consigo un hábito para discernir, evaluar y actuar apropiadamente en unas circunstancias—un tiempo y un lugar.[4] Admitir a la prudencia dentro del carácter (ethos) del comunicador-actor supone una consideración de desarrollo holístico de la persona. Por lo tanto, para educar personas a fin de que se actúen en la vida práctica y pública, no basta una formación técnica, y no se debe reducir una virtud a la otra, ni reducir la ética a la técnica, aunque esa pueda ser una virtud.
La maestría de una técnica no es garantía de entender por qué esta funciona. De hecho puedes aprender técnicas que te permiten eludir el pensamiento y la comprensión. La memorización es la técnica más común en la educación, y se puede medirla con exámenes de respuesta múltiple, verdadero/falso, correspondencia y rellenar el espacio en blanco. Para sobrevivir la prepa y la universidad, todos saben que el memorizar es crucial. Cuando los alumnos preguntan, “¿Tenemos que saber eso para el examen?” generalmente lo que quieren preguntar es: “¿Tenemos que memorizar eso para el examen?” A menudo lo que memorizan son fechas, nombres, definiciones cortas y largas, mapas conceptuales, diapositivas, etc.[5]
La ambivalencia de la técnica resulta en una tendencia hacia el pragmatismo. “Es que funciona” es la respuesta final. Se puede aprender el cálculo sin entender por qué funciona. Sin embargo, si aprendo el cálculo como mera técnica, no voy a entender la física de la aceleración.[6] Es posible graduarme sin saber la diferencia entre memorizar la fórmula d/dx xn =nxn-1 y repetirla como un periquito, por un lado, y llegar a una formulación, y de esta manera volverme adecuado para hablar inteligentemente y sin apuntes sobre la derivada como la razón de cambio y la aceleración como la segunda derivada, por otro lado.[7]
Lo que sostengo es lo siguiente: La ética debe incluir técnicas, pero debe ir más allá de ellas para formar personas íntegras.
La desintegración de la ética en algo instrumental, técnico y estratégico[8]—una historia larga y compleja[9]—se opone a la integridad de la postura aristotélica que integra su Retórica a la Ética y a la Política.[10] Por otra parte, el uso de rúbricas para medir un comunicador-actor y sacar numeritos se opone a la integridad. El indicador, o brújula, debe ser una persona virtuosa, el hombre o la mujer prudente.[11] “¿Quién y quién están evaluando a los evaluadores de los evaluadores de los alumnos?”[12] es una pregunta cómica y seria. Como voy diciendo a mis alumnos: “It’s funny, but it’s not funny.”
No estoy justificando ni el machismo ni la falta de conciencia cultural de Aristóteles. Tampoco creo que la recuperación de una ética de virtudes sea sencilla.[13] El significado de la frase “una cultura general” ha cambiado bastante desde la Grecia del siglo IV a.C.[14]
[1] Ya está “etos” en el Diccionario Real Academia Española: “Conjunto de rasgos y modos de comportamiento que
conforman el carácter o la identidad de una persona o una comunidad.”
[2] Hoy en día la lista de carreras técnicas es bastante larga e incluye la división de ingeniería (civil, mecánico, geofísica, eléctrica, industrial, mecatrónica, petrolera, etc.), la arquitectura, sistemas computacionales, las matemáticas aplicadas, la bibliotecología, la tecnología informática y la escritura técnica, entre otras.
[3] Ética Nicomaquea, libro I, 3.
[4] “No basta saber lo que hay que decir, antes también es necesario decirlo como conviene, ya que importa mucho que el discurso adopte cierta modalidad.” Retórica, II, 1.
[5] No quiero tirar por tierra la tarea de memorizar, por eso es importante distinguir tipos y fines del memorizar. El “aprendizaje rápido" requiere la memorización pura que no dura mucho porque no es algo orgánico e integral. Por otro lado está el aprendizaje de la memoria orgánica (“by heart”) que resulta especialmente útil para la poesía, la música y la actuación.
[6] “¿Qué quiere un físico con la palabra ‘velocidad’? Quiere decir ds/dt. ¿Qué quiere decir con la palabra ‘aceleración’? Quiere decir d2s/dt2. Si conocen lo que significan estos símbolos para el cálculo diferencial, conocen exactamente lo que significa aceleración y velocidad, y si no conocen lo que significan estos símbolos, no entienden la aceleración ni la velocidad. Es posible darles a los estudiantes que no han aprendido matemáticas alguna noción aproximada de ello, pero les tomará mucho tiempo entender esa noción aproximada;… la enseñanza de la física sin una explicación adecuada de las nociones fundamentales… da una ilusión de conocimiento, una idea falsa de lo que es la ciencia. Y eso atesta la mente.” B. Lonergan, Filosofía de la educación, D.F., Universidad Iberoamericana, 1998, 210-211.
[7] “Así como la formulación, que es un logro interno personal, hay una fórmula, las palabras habladas o escritas para expresar una formulación [por ejemplo la fórmula d/dx xn =nxn-1]. Una fórmula, sin embargo, (y he aquí el problema) puede también usarse para encubrir el no tener una formulación.” J. Benton, J., A. Gillis, A. y P. McShane, “El preguntarse encarnado,” en J. Duffy y K. Nahmmacher (traductores), Introducción al Pensamiento Crítico, Madrid, Plaza y Valdés, 2011, p. 89.
[8] El enfoque en casos, por ejemplo en la teoría del psicólogo estadounidense Lawrence Kohlberg (1927-1987), promueve una racionalidad estratégica que privilegia la perspectiva individualista y desaprecia las relaciones personales. Cf. Susana Patiño González, “Desarrollo Moral”en Ética actual y profesional, México, Thomson, 85-93.
[9] Después de Maquiavelo, la filosofía política se separó de la ética concebida como el cultivo de las virtudes, mientras la filosofía como una manera de vivir (Pierre Hadot, Philosophy as a Way of Life: Spiritual Exercises from Socrates to Foucalt, Cambridge: Blackwell, 1995) y el cuidado del pueblo (Eric Voegelin, “Reason: The Classic Experience.” The Southern Review, 1974, (10), 237-264) ha vuelto a ser un asunto propio de la economía y del comercio. Véase Leo Strauss, “The Three Waves of Modernity” en H. Gildin (ed.) Political Philosophy: Six Essays by Leo Strauss, Indianapolis: Bobbs-Merrill, 1975, 81-98.
[10] Rodríguez Bello, L. (10 de marzo de 2005). “Ética argumentativa en Aristóteles,” en Revista Digital Universitaria. Encontrado el 28 de noviembre de 2012. En los EEUU, a partir de 1977 con la publicación de Missions of the College Curriculum por la “Carnegie Foundation for the Advancement of Teaching,” surgió una preocupación por la fragmentación en el aprendizaje a causa del programa de estudios, y una exigencia para reformar los programas de educación general, o “core curriculum.” El debate se refleja en libros como The Closing of the American Mind (Allan Bloom, 1987) y Illiberal Education (Dinesh D'Souza's ,1991). El nivel de conocimiento general había disminuido y la preocupación se veía en el esfuerzo por parte de muchas instituciones para recuperar un currículo liberal en el sentido tradicional de las “artes liberales.” A la vez empezaron movimientos en muchos estados para regresar a lo básico (“back to the basics”), en algunos casos adoptaron exámenes para mostrar un competencia mínima en la lectura, la escritura y las matemáticas.
[11] “La virtud es un hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para nosotros, determinada por la razón y tal como la determinaría el hombre prudente.” Ética Nicomaquea, Libro II, 1106b 35ff.
[12] Cf. Steven Hales, “Who's Assessing the Assessors' Assessors?” The Chronicle of Higher Education, March 11, 2013.
[13] Se encuentran intentos en las obras de Leo Strauss y Alasdair MacIntyre.
[14] Primero, a diferencia de la física de Aristóteles, la ciencia moderna no se preocupa por descubrir la verdad, sino por proveer la mejor explicación posible; además, las ciencias naturales y las ciencias humanas son híper-especializadas. En segundo lugar, la filosofía moderna no estudia el alma y sus facultades, como lo hacían Platón y Aristóteles, sino el sujeto existencial, el sujeto en cuanto delibera, evalúa, decide, actúa, se arriesga, a veces falla y otras veces logra. En tercer lugar, la edad de la inocencia se acabó. Marx, Nietzsche y Freud, entre otros, han nombrado algunos de nuestros “pecados.” En pocas palabras, la avaricia y la soberbia basadas en la conciencia de una clase y “la bebida fuerte de expansión” (véase Bernard Lonergan, For a New Political Economy. CW21, University of Toronto, 1998, pp. 23-27 y 98.); el resentimiento y la pasividad en éticas neo-platónicas y deontológicas e instituciones religiosas; y los miedos y fobias semiconscientes que constituyen nuestra armadura y nos impiden escuchar y amar al otro.
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