miércoles, 8 de abril de 2015

Ética para Dummies

Lo poco que se puede saber de las cosas sublimes es preferible a lo
mucho y cierto que podemos saber de las cosas inferiores.[1]

Por favor no estés ofendido por el título, pues me considero a mí mismo un miembro del grupo de dummies, que no es un grupo de tontos o bobos, sino un grupo de mudos.  Puesto que yo también soy víctima del horror de una “situación social [que] se deteriora de manera acumulativa,”[2] “words don’t come easy,” ni en inglés ni en español.[3]  Ni modo, de un modo u otro, por medio de una genialidad, una maravilla o un toque, intento “romper con la Babel de nuestro tiempo con sus ‘[d]iscursos vacíos, palabras atropelladas, lapsus lingüísticos que denotan siempre la verdad, estandartes sin escrúpulos.’”[4]

Para bien o para mal soy un filósofo—es mi formación, es mi profesión.  Sin embargo y al mismo tiempo, todavía me falta, soy un dummy, quisiera crecer y llegar a ser un amante de Sofía[5] en unos veinte o treinta años.  A diferencia del título existe hoy en día la vocación, o existía,[6] de crecer, poco a poco, y llegar a ser un hombre culto, un sabio capaz de colaborar eficiente y maravillosamente en el cuidar del pueblo de Morelia.  Eso, creo yo, va a requerir paciencia, humildad, y un toque especial para realizarse.[7]

Espero que esta serie de reflexiones sea un pequeño paso hacia adelante.  Voy a plantear algunas preguntas básicas sobre la ética, y voy a profesar mi postura, cumpliendo de esta manera una de mis tareaa como “profesionista.”[8]  Las preguntas podrían servir para fomentar una discusión, no solo entre eticólogos sino también entre otros profesionistas y no-profesionistas involucrados en el proceso enseñanza-aprendizaje.

Les comparto una lista de preguntas de tipo "¿Tiene que ver?” y “¿Es?”  No pretendo fomentar el pensamiento binario, ni privilegiar un sistema axiomático que contenga todo lo demás;[9] solo es una manera para proceder.  Además de “¡Claro que sí!” y “¡No es posible!” existe la respuesta: “Depende.”  Mucho depende del significado de las palabras y expresiones que componen las preguntas. [10]



[1] Tomás de Aquino, Suma teológica, parte Ia, Q. 1, a. 5, “La doctrina sagrada, ¿es o no es superior a las otras ciencias?” 
[2] Véase el penúltimo párrafo en James Gerard Duffy, “El Periodo Axial y el filosofar en el siglo XXI (parte 1)”.
[4] James Gerard Duffy, “La Babel de nuestros tiempos (parte 1)” 8 de octubre de 2012 y Beto Rojas, “Tiempos agitados en una democracia” 9 de septiembre de 2012.
[5] La palabra “filosofía” proviene del griego philos = amor y sofos = sabiduría.  De ahí se puede colegir que filosofía significa “amor a la sabiduría” y el filósofo es aquella persona que ama a la sabiduría.  También véanse James Gerard Duffy, “La Moda y la Misión (parte 2)”.
[6] Hoy en día la noción de la profesión como una “vocación” no tiene el mismo sentido del siglo XVIII.  En el siglo XIX, con el devenir de la Revolución Industrial, las diversas profesiones tuvieron que especializarse según la demanda, con habilidades y competencias cada vez más específicas y especializadas.  La preparación estaba dirigida al trabajo y al desarrollo de la producción.  John Dewey, un filósofo pragmático norteamericano, estableció el “learning by doing” y relacionó el aprendizaje con la producción.  Ahora, con el devenir de la híper-especialización, cada profesional (incluso cada investigador) se dedica a “lo suyo,” y por buena razón: o se especializa o se muere de hambre.  Véanse Rafael M. Gasperín Gasperín y Susana M. Patiño González, “Las Profesiones Como Fenómeno Social” en Dora Elvira García G. (coord.), Ética, profesión y ciudadanía¸ México, Porrúa, 2006, pp. 29-48.

[8] La palabra “profesión” se deriva del latín, con la preposición pro delante de, en presencia de, en público, y con el verbo fateor, que significa manifestar, declarar o proclamar.  De estos vocablos surgen los sustantivos profesor y profesión (professio).  La profesión es la acción y efecto de declarar, manifestar, o proclamar.  Lamentablemente, la educación pone más énfasis en el discurso indirecto que en el discurso directo.  Véase James Gerard Duffy, “Respondo, aquí me mantengo…

[9] El proyecto está asociado con el esfuerzo del matemático David Hilbert (1862-1943) de encontrar un sistema axiomático. 

[10] Véase James Gerard Duffy, “All You Need Is Love?

Ética para Dummies A. ¿Tiene que ver la ética con lo concreto?

“¿A cómo está el jitomate?” es una pregunta muy común en el pequeño mercado en Santa María, donde vivo.  La subida y la caída de precios de bienes y servicios en Morelia son realidades concretas.  Sin embargo, entender y manejar estas realidades no es una tarea sencilla.  

¿Está hecha esta corona de oro puro?  Según la historia, el rey Hierón había recibido una corona votiva y deseaba saber si se habían o no añadido al oro metales de baja ley.  Le planteó este problema a Arquímedes.  Después de un rato, a Arquímedes se le ocurrió pesar la corona dentro del agua.  El problema era concreto, igual que la solución: pesar la corona dentro del agua.  Pero mientras cualquier persona puede meter una corona en agua, Arquímedes lo hizo inteligentemente, es decir tuvo que recurrir a las formulaciones (abstractas) de los principios del desplazamiento.  Podemos decir que el “chispazo” de Arquímedes giró entre lo concreto y lo abstracto.  El problema era concreto, pero la solución era al mismo tiempo concreta—sumergir la corona en el agua—y abstracta—hacerlo inteligentemente.

Si me siento mal, normalmente voy con un médico, no con un mecánico, pues la expectativa y esperanza es que el médico tiene la formación y experiencia para diagnosticar la enfermedad, mientras el mecánico cuenta con la experiencia para diagnosticar problemas con los frenos, el sistema eléctrico o la transmisión del coche.  No le sirve al médico investigar el “Bien en sí” mientras el hombre (yo) o la mujer en su consultorio presenta una problemática particular.[1]  Tampoco le sirve al médico olvidar lo que ha aprendido en sus muchos años de estudio, investigación y consultas.  Su experiencia y conocimiento giran entre lo concreto y lo abstracto.

¿No es obvio que la ética tiene que ver con la búsqueda de soluciones para problemas concretos?  ¿No es obvio que la ética debe pretender el gozo y la liberación de entender situaciones concretas e implementar soluciones oportunas para problemas concretos?

No, no es obvio, pues si fuera obvio, el deseo de llegar a soluciones oportunas para problemas concretos penetraría hasta la fábrica de nuestras fantasías y nuestros sueños, y la expectativa serena de nosotros eticólogos y nuestros colaboradores abarcaría el deseo encarnado de correr desnudos por la Avenida Madero o la Avenida de los Insurgentes.


[1] “Difícil será decir qué provecho derivará para su arte el tejedor o el carpintero que conozca este Bien en sí, o cómo será mejor médico o general el que ha contemplado la Idea del Bien.  Manifiesto es, en efecto, que el médico no considera ni aun la salud de esta manera, sino la salud del hombre, o por mejor decir la de este hombre, pues en particular cura a cada uno.” Aristóteles, Ética Nicomaquea, Libro I, VI, 1097ª7-14.

martes, 7 de abril de 2015

Ética para Dummies B. ¿Es la ética una técnica?

La palabra “ética” deriva del vocablo griego ethos, que significa carácter y costumbre.[1]  El carácter no es el temperamento psicofísico innato sino el modo de ser que una persona va adquiriendo poco a poco a lo largo de su vida. 

Cuando Sócrates fue en busca de un sabio, encontró gente capacitada en un arte (téchne), pero no encontró alguien verdaderamente sabio.  Un artesano produce un bien o un producto a partir de un tipo de conocimiento; sus procedimientos son razonables, y se pueden enseñar, es decir hay maestros y alumnos de un arte.[2] 

Para Aristóteles téchne es una virtud dianoética (intelectual) entre otras: epistéme, frónesis (la sabiduría práctica), nous y sophía (la sabiduría teórica).  La prudencia (frónesis) es la virtud que nos permite juzgar y actuar en función de un contexto, de unas circunstancias, y requiere un conjunto de experiencias.  Cada asunto especial demanda una instrucción especial, mientras solo quien posea una cultura general puede juzgar en conjunto.  Es por eso que Aristóteles sostiene que mientras un joven puede llegar a ser un geómetra o matemático, le falta la experiencia de casos particulares para ser un hombre prudente (frónimos).[3]

Mientras sophía y téchne son aspectos de la buena argumentación (retórica), cuyo fin es la producción de discursos para persuadir, no bastan, pues la argumentación de una persona lúcida lleva consigo un hábito para discernir, evaluar y actuar apropiadamente en unas circunstancias—un tiempo y un lugar.[4]  Admitir a la prudencia dentro del carácter (ethos) del comunicador-actor supone una consideración de desarrollo holístico de la persona.  Por lo tanto, para educar personas a fin de que se actúen en la vida práctica y pública, no basta una formación técnica, y no se debe reducir una virtud a la otra, ni reducir la ética a la técnica, aunque esa pueda ser una virtud.

La maestría de una técnica no es garantía de entender por qué esta funciona.  De hecho puedes aprender técnicas que te permiten eludir el pensamiento y la comprensión.  La memorización es la técnica más común en la educación, y se puede medirla con exámenes de respuesta múltiple, verdadero/falso, correspondencia y rellenar el espacio en blanco.  Para sobrevivir la prepa y la universidad, todos saben que el memorizar es crucial.  Cuando los alumnos preguntan, “¿Tenemos que saber eso para el examen?” generalmente lo que quieren preguntar es: “¿Tenemos que memorizar eso para el examen?”  A menudo lo que memorizan son fechas, nombres, definiciones cortas y largas, mapas conceptuales, diapositivas, etc.[5] 

La ambivalencia de la técnica resulta en una tendencia hacia el pragmatismo.  “Es que funciona” es la respuesta final.  Se puede aprender el cálculo sin entender por qué funciona.  Sin embargo, si aprendo el cálculo como mera técnica, no voy a entender la física de la aceleración.[6]  Es posible graduarme sin saber la diferencia entre memorizar la fórmula d/dx xn =nxn-1 y repetirla como un periquito, por un lado, y llegar a una formulación, y de esta manera volverme adecuado para hablar inteligentemente y sin apuntes sobre la derivada como la razón de cambio y la aceleración como la segunda derivada, por otro lado.[7] 

Lo que sostengo es lo siguiente: La ética debe incluir técnicas, pero debe ir más allá de ellas para formar personas íntegras.

La desintegración de la ética en algo instrumental, técnico y estratégico[8]—una historia larga y compleja[9]—se opone a la integridad de la postura aristotélica que integra su Retórica a la Ética y a la Política.[10]  Por otra parte, el uso de rúbricas para medir un comunicador-actor y sacar numeritos se opone a la integridad.  El indicador, o brújula, debe ser una persona virtuosa, el hombre o la mujer prudente.[11]  “¿Quién y quién están evaluando a los evaluadores de los evaluadores de los alumnos?”[12] es una pregunta cómica y seria.  Como voy diciendo a mis alumnos: “It’s funny, but it’s not funny.”

No estoy justificando ni el machismo ni la falta de conciencia cultural de Aristóteles.  Tampoco creo que la recuperación de una ética de virtudes sea sencilla.[13]  El significado de la frase “una cultura general” ha cambiado bastante desde la Grecia del siglo IV a.C.[14]


[1] Ya está “etos” en el Diccionario Real Academia Española: “Conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una persona o una comunidad.”

[2] Hoy en día la lista de carreras técnicas es bastante larga e incluye la división de ingeniería (civil, mecánico, geofísica, eléctrica, industrial, mecatrónica, petrolera, etc.), la arquitectura, sistemas computacionales, las matemáticas aplicadas, la bibliotecología, la tecnología informática y la escritura técnica, entre otras.

[3] Ética Nicomaquea, libro I, 3.

[4] “No basta saber lo que hay que decir, antes también es necesario decirlo como conviene, ya que importa mucho que el discurso adopte cierta modalidad.”  Retórica, II, 1.

[5] No quiero tirar por tierra la tarea de memorizar, por eso es importante distinguir tipos y fines del memorizar.  El “aprendizaje rápido" requiere la memorización pura que no dura mucho porque no es algo orgánico e integral.  Por otro lado está el aprendizaje de la memoria orgánica (“by heart”) que resulta especialmente útil para la poesía, la música y la actuación. 

[6] “¿Qué quiere un físico con la palabra ‘velocidad’?  Quiere decir ds/dt.  ¿Qué quiere decir con la palabra ‘aceleración’?  Quiere decir d2s/dt2.  Si conocen lo que significan estos símbolos para el cálculo diferencial, conocen exactamente lo que significa aceleración y velocidad, y si no conocen lo que significan estos símbolos, no entienden la aceleración ni la velocidad.  Es posible darles a los estudiantes que no han aprendido matemáticas alguna noción aproximada de ello, pero les tomará mucho tiempo entender esa noción aproximada;… la enseñanza de la física sin una explicación adecuada de las nociones fundamentales… da una ilusión de conocimiento, una idea falsa de lo que es la ciencia.  Y eso atesta la mente.”  B. Lonergan, Filosofía de la educación, D.F., Universidad Iberoamericana, 1998, 210-211.

[7] Así como la formulación, que es un logro interno personal, hay una fórmula, las palabras habladas o escritas para expresar una formulación [por ejemplo la fórmula d/dx xn =nxn-1].  Una fórmula, sin embargo, (y he aquí el problema) puede también usarse para encubrir el no tener una formulación.” J. Benton, J., A. Gillis, A. y P. McShane, “El preguntarse encarnado,” en J. Duffy y K. Nahmmacher (traductores), Introducción al Pensamiento Crítico, Madrid, Plaza y Valdés, 2011, p. 89.

[8] El enfoque en casos, por ejemplo en la teoría del psicólogo estadounidense Lawrence Kohlberg (1927-1987), promueve una racionalidad estratégica que privilegia la perspectiva individualista y desaprecia las relaciones personales.  Cf. Susana Patiño González, “Desarrollo Moral”en Ética actual y profesional, México, Thomson, 85-93.

[9] Después de Maquiavelo, la filosofía política se separó de la ética concebida como el cultivo de las virtudes, mientras la filosofía como una manera de vivir (Pierre Hadot, Philosophy as a Way of Life: Spiritual Exercises from Socrates to Foucalt, Cambridge: Blackwell, 1995) y el cuidado del pueblo (Eric Voegelin, “Reason: The Classic Experience.”  The Southern Review, 1974, (10), 237-264) ha vuelto a ser un asunto propio de la economía y del comercio.  Véase Leo Strauss, “The Three Waves of Modernity” en H. Gildin (ed.) Political Philosophy: Six Essays by Leo Strauss, Indianapolis: Bobbs-Merrill, 1975, 81-98.

[10] Rodríguez Bello, L. (10 de marzo de 2005). “Ética argumentativa en Aristóteles,” en Revista Digital Universitaria. Encontrado el 28 de noviembre de 2012.  En los EEUU, a partir de 1977 con la publicación de Missions of the College Curriculum por la “Carnegie Foundation for the Advancement of Teaching,” surgió una preocupación por la fragmentación en el aprendizaje a causa del programa de estudios, y una exigencia para reformar los programas de educación general, o “core curriculum.”  El debate se refleja en libros como The Closing of the American Mind (Allan Bloom, 1987) y Illiberal Education (Dinesh D'Souza's ,1991).  El nivel de conocimiento general había disminuido y la preocupación se veía en el esfuerzo por parte de muchas instituciones para recuperar un currículo liberal en el sentido tradicional de las “artes liberales.”  A la vez empezaron movimientos en muchos estados para regresar a lo básico (“back to the basics”), en algunos casos adoptaron exámenes para mostrar un competencia mínima en la lectura, la escritura y las matemáticas.

[11] “La virtud es un hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para nosotros, determinada por la razón y tal como la determinaría el hombre prudente.” Ética Nicomaquea, Libro II, 1106b 35ff.

[12] Cf. Steven Hales, “Who's Assessing the Assessors' Assessors?The Chronicle of Higher Education, March 11, 2013.

[13] Se encuentran intentos en las obras de Leo Strauss y Alasdair MacIntyre.

[14] Primero, a diferencia de la física de Aristóteles, la ciencia moderna no se preocupa por descubrir la verdad, sino por proveer la mejor explicación posible; además, las ciencias naturales y las ciencias humanas son híper-especializadas.  En segundo lugar, la filosofía moderna no estudia el alma y sus facultades, como lo hacían Platón y Aristóteles, sino el sujeto existencial, el sujeto en cuanto delibera, evalúa, decide, actúa, se arriesga, a veces falla y otras veces logra.  En tercer lugar, la edad de la inocencia se acabó.  Marx, Nietzsche y Freud, entre otros, han nombrado algunos de nuestros “pecados.”  En pocas palabras, la avaricia y la soberbia basadas en la conciencia de una clase y “la bebida fuerte de expansión” (véase Bernard Lonergan, For a New Political Economy. CW21, University of Toronto, 1998, pp. 23-27 y 98.); el resentimiento y la pasividad en éticas neo-platónicas y deontológicas e instituciones religiosas; y los miedos y fobias semiconscientes que constituyen nuestra armadura y nos impiden escuchar y amar al otro.

lunes, 6 de abril de 2015

Ética para Dummies C. ¿Es la ética una cuestión de ampliar el sentido común?

La percepción de muchos alumnos, igual que los profesores invitados a cursar talleres de ética transversal, es qué la ética es “una materia de relleno.”  ¿Tienen razón? ¿Por qué piensan eso?

Cuando se juntan contadores, ingenieros, psicólogos, maestros de idiomas, físicos, arquitectos, abogados y administradores en un salón, o en un taller, el mensaje implícito es que existe un mínimo común denominador y un lenguaje que todos hablan.  Efectivamente existen tales denominador y lenguaje—el sentido común.  Es por eso que existe una tendencia, tanto para los profesores como para los alumnos, a pensar que la ética es “de relleno.”[1]   

El problema fundamental es que si/cuando no somos conscientes de la diferencia entre nombrar y aprender en serio,[2] ni manejamos una heurística,[3] cada quien puede compartir aportaciones, interpretaciones y argumentos descuidadamente y de cualquiera manera (“willy-nilly”), y por eso existe la expectativa que la ética es mucho más fácil que la física o la química[4] y hablamos como si la emoción de un ser humano fuera un fenómeno más sencillo que la moción de un átomo; hablamos de virtudes (y valores) sin tomar en cuenta la bioquímica de personas virtuosas;[5] hablamos de “la dignidad” o “la libertad” sin reconocer la historicidad de sus significados. ¿Cuál dignidad? [6] ¿Cuál libertad?[7] 

Los pensadores en la tradición de la fenomenología hermenéutica sostienen que nuestras palabras están en un mundo,[8] y por eso hay que tener cuidado al interpretarlas, traducirlas y hablarlas.  Dichos filósofos desaprueban el “horizonte de Vorhandenheit” que se preocupa por la universalidad y la necesidad apropiada de conceptos, palabras y términos.  En lugar de tal enfoque atomístico le ponen una hermenéutica de Faktizität.  En el caso de Gadamer su hermenéutica es una recuperación de la pregunta ética y política de Aristóteles: “¿Cómo debería vivir?”[9]

En gran parte la tradición post-Husserliana de la fenomenología hermenéutica nos ha hecho conciencia de la omnipresencia de la interpretación.  No es simplemente que todas nuestras palabras y expresiones estén en un contexto o un mundo, sino que también nuestros mundos son “lenguados”,[10] es decir en cuanto aprendemos nuestra lengua materna vivimos en ella. 

Dicen que cada traducción es a la vez una interpretación.  A menudo no es fácil traducir de un idioma a otro porque las palabras y las expresiones “viven” en una cultura, en una época histórica, y nosotros vivimos interpretando nuestra presencia en esa cultura y esa época.  

Las expresiones idiomáticas, los dobles y triples significados, y los significados locales abundan en cualquier lenguaje, y no es suficiente con memorizar; uno tiene que vivir dentro del lenguaje para fluir espontáneamente. Los hablantes nativos del inglés no piensan dos veces para usar expresiones como “hit the ceiling” o “what’s up?”, pero los estudiantes de inglés como segunda lengua luchan para apropiarse de esas expresiones adhiriéndose a la seguridad de su lengua materna y de manera espontánea aterrándose a dar el “salto” que amenaza con su propia identidad.[11]
No es que tengamos una opción de interpretar o no, sino que es un hecho que interpretamos continuamente.  Vivimos inmersos en las cosas e interpretando nuestra situación actual.  El sujeto Cartesiano y la epistemología Cartesiana se han reemplazado por el sujeto que vive dentro de un lenguaje y por una fenomenología hermenéutica.

Desafortunadamente varios pensadores, cuando reaccionan a Descartes, rechazan tajantemente la ciencia en el nombre de “la lógica cientifísta” o por la afirmación de “que la técnica es una forma de desocultamiento del Ser” (Heidegger).    En lugar de adoptar la actitud de Descartes—la ciencia es una herramienta para hacernos “los señores y dueños de la naturaleza”—existe la tendencia, sobre todo en las ciencias sociales, a adoptar la crítica de la Escuela de Frankfurt que toma las ciencias “duras” o “exactas” como completamente técnicas y manipuladoras en su intento más básico. 

Heidegger tiene razón: debemos liberarnos de una interpretación técnica del pensar.[12]    Además, debemos leer obras como Frankenstein (Mary Shelley ,1818), La Rebelión de las masas (José Ortega y Gasset, 1929), Un Mundo Feliz (Aldous Huxley ,1932) y 1984 (George Orwell, 1949), y ver películas como “Fahrenhiet 451” (1966) y “Blade Runner” (1982) con la sospecha que no “todo va marchando bien” y que “y no me hace bien caminar en sentido contrario a lo que es mi edén.”[13] Sin embargo, la solución no es privilegiar el sentido común, ni la vida originaria,[14] ni experiencias místicas. ¿Desde cuál horizonte se puede afirmar lo primigenio de uno u otro de ellos?[15]

Lo que sostengo es lo siguiente: La ética no es equiparable con el sentido común, la vida originaria, o experiencias místicas, pues ellos no se preocupan por la complejidad de revoluciones hermenéuticas y científicas que apenas van en marcha, ni la reversión de la desintegración de la ética en algo instrumental, técnico y estratégico.[16]  Sin embargo, la ética tiene que ver con el sentido común.  El asunto es la comunicación, circulación e implementación efectiva y hermosa de ideas oportunas en las escuelas normales, hospitales y mercados de Morelia,[17] la posibilidad de popularizar sin vulgarizar.[18]

En lugar de: (i) rechazar toda técnica y andar en burros y rasurarnos con piedras; (ii) descartar la heurística y volver a tratamientos médicos de antes del año 1869 cuando el químico Dimitri Mendeleev empezó a desarrollar la tabla periódica; y (iii) evaluar la locura de un Johannes Kepler o una María Curie como aberraciones, podemos (¿debemos?) aceptar humildemente la invitación a auto-apropiar la praxis noética fenomenológicamente verificable de resolver problemas aparentemente triviales.[19]  Sin la experiencia del gozo de descubrir, por ejemplo, el por qué una corona sea o no sea auténtica, el eticólogo, el politólogo y el pedagogo, junto con sus alumnos, corren el riesgo de tener nociones inadecuadas, por ejemplo la noción de la implementación de estructuras heurísticas como algo estático, frío y manipulador y la noción de la ética como “materia de relleno” porque todos pueden opinar de “la dignidad,” “los valores” y “la felicidad.”


[1] Propongo algunos cursos de ética menos “de relleno” y más diferenciados al final de “El Periodo Axial y el filosofar en el siglo XXI (parte3).”

[2] Una definición nominal—por ejemplo de “agua”—no supone más que una intelección sobre el uso correcto del lenguaje.  Una definición explicativa, en cambio, supone un acto de intelección ulterior sobre los objetos a los cuales refiere el lenguaje. Véase Insight, 46.  También véase el final de “Ética para DummiesD. ¿Tiene que ver la ética con lo histórico?

[3] La elección e implementación de símbolos heurísticos es un ejemplo de una técnica.  Ambos Leibniz y Newton descubrieron el cálculo, pero se adaptaron al simbolismo de Leibniz.  ¿Por qué?  Porque es más conveniente y hace más fácil la colaboración.  La palabra “heurística" (de Griego heuriskein) significa "encontrar" y heureka "¡Ya lo encontré!  ¡Ya entendí!   En la educación la heurística es una técnica del descubrimiento: (i) la “x” en álgebra.  Ejemplo "¿Cuál es el número que si lo dobla, luego le suma 5 y luego divide esa suma por 3, obtiene 3?"  Llame a ese número x. La declaración hecha mediante palabras puede también escribirse por medio de una ecuación: (2x + 5)/3 = 3; (ii) en la física: “Supongamos que alguna función indeterminada f (x, y, z…) sea la función que buscamos”.   Queremos desarrollar una ecuación diferencial que expresa en lenguaje matemático ciertas características muy generales de los datos (Véase Bernard Lonergan, Insight: Estudio sobre la comprensión humana, Salamanca: Sígueme, 1999, 75-76); (iii) ¿Cuál es “la naturaleza de ‘x’”? donde ‘x’ simboliza el color, el fuego, el dinero, la libertad, la felicidad, etc.

[4] “There is an expectation that studying ethics is going to be easier than studying statistics, molecular biology, agro-biotechnology, international political economy, and medical nutritional therapy in surgery. Students know from their high school study of philosophical figures, schools, periods, and “-isms,” that philosophers have a hard time agreeing on pretty much everything. Even though their teachers ask them to move beyond doxa to episteme in their final essays, many of them observe at the end of their semester-long survey courses that very little has been settled: doxa defeated episteme mightily. How could ethics possibly be anything more than using common sense to tweak opinion?” James Gerard Duffy, “Ethics as Functional Specialization,” Journal of Macrodynamic Analysis, vol. 7, 2012, 128.

[5] Sobre la posibilidad fantástica de investigar las virtudes orgánicamente, véase James Gerard Duffy, “El Azar, la probabilidad emergente y la Cosmópolis,” Revista deFilosofía: Debate Hermenéutica Cultura, Universidad Iberoamericana, no. 135, julio-diciembre, 2013,  en particular la nota #70, p. 334.

[6] Cf. Francisco García Moreno, “El Concepto de Dignidad Como Categoría Existencial: Un Recorrido del Concepto a la Largo de la Historia de la Filosofía,” El Búho, Revista Electrónica de la Asociación Andaluza de Filosofía. D.L: CA-834/97. ISSN 1138-3569. 

[7] Antes de las “tres olas de la modernidad” (véase Leo Strauss, “The Three Waves of Modernity” en H. Gildin (ed.) Political Philosophy: Six Essays by Leo Strauss, Indianapolis: Bobbs-Merrill, 1975, 81-98), “la libertad” se refería a la orientación de una persona virtuosa hacia lo bueno, y “la felicidad” significaba algo excelente (summum bonum). Maquiavelo afirmó que los hechos fríos de la vida humana nos muestran que dicha orientación hacia lo excelente es un mito. Que: ¡seamos realistas! Luego Hobbes y Locke siguieron a Macchiavello y asumieron que la ley natural es únicamente una ley de auto-preservación.  Desde entonces “la libertad” se relaciona con el derecho político de una cómoda auto-preservación frente al sufrimiento y la muerte, concebidas como si fueran las cosas más horribles (summam malum).  Es de derecho privado el definir la búsqueda de “la felicidad”, y el propósito del gobierno es proteger este derecho y a la libertad corporal.

[8] Sachlichkeit der Sprache es la expresión en alemán.

[9] Frederick Lawrence, “Language as Horizon?” The Beginning and the Beyond: Papers from the Gadamer and Voegelin Conferences, editado por Fred Lawrence, California: Scholars Press, 1984, 19.  La hermenéutica está implícita en la ética de Aristóteles: “El fin aparece a cada hombre [o mujer] según la forma de su carácter.”  Ética Nicomáquea (1114a30f) y la ética de Aquino.  "Qualis unusquisque est, talis et finis videtur ei" es latín y la traducción de Aquino del griego de Aristóteles, Summa Theologiae Ia, q. 83, a. 1, obj. 5a; IaIIa, q. 10, a. 3, obj. 2a.

[10] Sprachlichkeit der Welt es la expresión en alemán.

[11] James Gerard Duffy, “El Inglés como mi segunda lengua”.

[12] Véase su “Carta Sobre el Humanismo.”

[13] “Si te pudiera mentir,” Marco Antonio Solis.

[14] Lebenswelt en alemán.  Cf. Edmund, Husserl, La idea de la fenomenología, trad. cast. Jesús Adrián Escudero, Barcelona, Herder, 2012.

[15] El desarrollo de la fenomenología ha hecho posible una cosecha nueva, el método fenomenológico tiene su lugar, y el legado de Husserl es innegable.  Sin embargo, tomar como primer principio fenomenológico lo primigenio del Lebenswelt es problemático.  El epojé (es un término griego, que significa ‘restricción,’ ‘suspensión’) es una suspensión de la preocupación que pone entre paréntesis la serie “¿Es? ¡Es! Es,” por lo tanto la afirmación "La vida originaria (Lebenswelt) es primigenio." no sucede en el horizonte del Lebenswelt.

[16] Véase el penúltimo párrafo de “Ética para Dummies B. ¿Es la ética una técnica?

[17] "Estoy pensando en las ocho normales de Michoacán y en la Escuela Preparatoria Melchor Ocampo; estoy pensando en el Hospital General Regional No. 1 IMSS de Morelia; también estoy pensando en el Mercado Independencia y el Mercado de San Juan. ¿Existe una manera para comenzar a concebir heurísticamente la relación entre el XVII Congreso Internacional de Filosofía (7 al 11 de abril de 2014, CIAC - Centro de Información Arte y Cultura de la UMSNH) y la calidad de atención médica, el costo del limón en los mercados y el nivel de vida en Morelia?" James Gerard Duffy, "El Periodo Axial y el filosofar en el siglo XXI (parte1)"

[18] Contemplaremos esa posibilidad en E.“¿Tiene que ver la ética con la fantasía?”

[19] “En medio de esa vasta y profunda convulsión de la mentes humanas que llamamos El Renacimiento, Descartes estaba convencido de que muchísima gente sentía que era cosa de poca monta dirigir sus esfuerzos a problemas aparentemente triviales.”  Insight, p. 37.  Se necesita complementar la fenomenología del Lebenswelt con una fenomenología de Verstehen.  Véase los comentarios sobre la posibilidad de una fenomenología de Verstehen (“understadning” en inglés) en Bernard Lonergan, Phenomenology and Logic: The Boston College Lectures on Mathematical Logic and Existentialism, Toronto, Univ. Toronto Press, 2001, CWL18: 365-357.  Un texto clave para Lonergan era Bruce Lindsay y Henry Margenau, The Foundations of Physics, John Wiley & Sons, 1936.  Véase capítulo 10 “The Dominant Context of Lonergan’s Life” en Pierrot Lambert y Philip McShane, Bernard Lonergan: His Life and Leading Ideas, Vancouver: Axial Publishing, 2010.