Creo que el camino humanisto nos lleva a una cultura general, es una vocación para crecer y participar en esta “facultad de la cultura” que puede compensar hacia la híper-especialización y fragmentación que es casi la norma dentro de la academia hoy en día. Nuestro crecer en el mundo de la significación no es un proceso rápido aun si la tecnología nos da acceso rápido a la información y las conquistas técnicas y científicas nos han traído unos logros evidentes. Tomamos una chispa de aquí, otra chispa de allá. Esto es la norma en el estudio de la física y también en los artes; por ejemplo el proceso de aprender a tocar la guitarra o bailar la salsa (ja, ja). Estas competencias son cambios lentos y, sin ser reduccionistas, podemos decir que son cambios químicos, biológicos y psicológicos.
A mí me gusta pensar en el camino humanístico como una gran conversación. El esfuerzo de interpretar a Aquino, Kant, Hegel, Heidegger, o Levinas, o de aprender de Arquímedes, Galileo, Einstein, o de “leer” Picasso, Beethoven, Nellie Campobello, u Octavio Paz, o, finalmente, de tomar en serio el dicho de Sócrates “la vida sin examinar no es digna de ser vivida” y leerte a ti mismo como un extraño, es un reto de crecer y de desarrollar un contexto, cada vez más amplio, para “conversar.”
A mí me gusta pensar en el camino humanístico como una gran conversación. El esfuerzo de interpretar a Aquino, Kant, Hegel, Heidegger, o Levinas, o de aprender de Arquímedes, Galileo, Einstein, o de “leer” Picasso, Beethoven, Nellie Campobello, u Octavio Paz, o, finalmente, de tomar en serio el dicho de Sócrates “la vida sin examinar no es digna de ser vivida” y leerte a ti mismo como un extraño, es un reto de crecer y de desarrollar un contexto, cada vez más amplio, para “conversar.”