¿Para qué sirve andar por un camino humanisto? La respuesta breve es que una formación humanista sirve como un “psico-logo-terapia” individual y social. Ahora, te puedo imaginar reaccionando así: “Por favor James, ¿qué carajos es esto?” Por supuesto no puedo y no voy a intentar explicarte claramente. No estoy en contra de las definiciones, las explicaciones y la claridad, pero sí estoy en contra del aprendizaje rápido y fácil. Dice Camus: “Se tarda diez años en llegar a una idea verdaderamente propia – una idea de la que se pueda hablar.” ¿Qué me puede pasa en esos diez años? Podría experimentar un desplazamiento o perder mi religión; podría darme cuenta de lo poco que realmente entiendo.
Aun así, no se requiere una licenciatura o maestría para ver que no vivimos en el paraíso y que muchas instituciones hoy en día no nos invitan a crecer como seres humanos. Existen aberraciones dramáticas, individuales, grupales y generales (Lonergan) que nos impiden probar la vida abundante. Sin la "facultad de la cultura" (Ortega y Gasset), la situación social puede deteriorarse de una manera acumulativa, se proclama la irrelevancia de la inteligencia y la cultura en el nombre de “ser realista y pragmático,” y la misma facultad de la cultura se encierra en una torre de marfil. Según Enrique Rojas el “hombre light” está “relativamente bien informado, pero con escasa educación humana, muy entregado al pragmatismo” e inclinado a una actitud de “que más da” con actividades constantes y ‘divertidas.’"
¿Para que sirve andar por este camino? La tarea de buscar respuestas a los problemas concretos en el mundo – que sean la carencia de agua potable, la quiebra de industrias automovilísticas o la evolución de nuevas adicciones y la propagación de las viejas – no es una tarea para todos. Arnold Toynbee, en su obra A Study of History, dice que el flujo de nueva ideas, o nuevas chispazos, surge en una minoridad creativa. Sólo con el tiempo, pueden las ideas de esta minoridad ganar el respeto de la mayoridad. La minoría creativa es un conjunto de pensadores, investigadores, historiadores, intérpretes, y dialécticos capaces de “pensar al nivel de la historia.” Es un manifiesto poco común el retirarse de los aspectos prácticos para sanarlos. A lo mejor el ejemplo de Marx es el más claro: una persona dedicada a estudiar, leer y escribir, pero cuyos esfuerzos tuvieron un impacto histórico innegable.
¿Qué nombre debemos poner a aquella mujer con la vocación de participar en la minoría creativa, y capaz de hablar de la significación de “el dinero,” “la libertad,” la historia del “chingón,” y “la bioquímica del amor” después de haber contemplado mucho y por muchos años? ¿Una anciana? ¿Una sabia? ¿Una spoudaios? “Me he convertido de nuevo en algo que no tiene nombre: ni filósofo, ni sociólogo, ni científico, ni escritor. No quepo en rúbrica alguna, en ningún compartimiento.”(Edgar Morin)
Aun así, no se requiere una licenciatura o maestría para ver que no vivimos en el paraíso y que muchas instituciones hoy en día no nos invitan a crecer como seres humanos. Existen aberraciones dramáticas, individuales, grupales y generales (Lonergan) que nos impiden probar la vida abundante. Sin la "facultad de la cultura" (Ortega y Gasset), la situación social puede deteriorarse de una manera acumulativa, se proclama la irrelevancia de la inteligencia y la cultura en el nombre de “ser realista y pragmático,” y la misma facultad de la cultura se encierra en una torre de marfil. Según Enrique Rojas el “hombre light” está “relativamente bien informado, pero con escasa educación humana, muy entregado al pragmatismo” e inclinado a una actitud de “que más da” con actividades constantes y ‘divertidas.’"
¿Para que sirve andar por este camino? La tarea de buscar respuestas a los problemas concretos en el mundo – que sean la carencia de agua potable, la quiebra de industrias automovilísticas o la evolución de nuevas adicciones y la propagación de las viejas – no es una tarea para todos. Arnold Toynbee, en su obra A Study of History, dice que el flujo de nueva ideas, o nuevas chispazos, surge en una minoridad creativa. Sólo con el tiempo, pueden las ideas de esta minoridad ganar el respeto de la mayoridad. La minoría creativa es un conjunto de pensadores, investigadores, historiadores, intérpretes, y dialécticos capaces de “pensar al nivel de la historia.” Es un manifiesto poco común el retirarse de los aspectos prácticos para sanarlos. A lo mejor el ejemplo de Marx es el más claro: una persona dedicada a estudiar, leer y escribir, pero cuyos esfuerzos tuvieron un impacto histórico innegable.
¿Qué nombre debemos poner a aquella mujer con la vocación de participar en la minoría creativa, y capaz de hablar de la significación de “el dinero,” “la libertad,” la historia del “chingón,” y “la bioquímica del amor” después de haber contemplado mucho y por muchos años? ¿Una anciana? ¿Una sabia? ¿Una spoudaios? “Me he convertido de nuevo en algo que no tiene nombre: ni filósofo, ni sociólogo, ni científico, ni escritor. No quepo en rúbrica alguna, en ningún compartimiento.”(Edgar Morin)
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