Se acabó esa ciudad. Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años. [1]
¿Qué tan lenta
será la transición hacia una educación integral y humanizante en la cual todos
los educadores y los otros actores anhelemos vivir íntegramente la frase: “cada
movimiento que haces sobre el escenario, cada palabra que dices, es un
resultado de la vida correcta de tu imaginación”?
Puede
resultar engañoso asumir que mis movimientos al hablar en inglés hayan
resultado de una vida correcta de la imaginación. Del mismo modo, puede resultar engañoso
asumir que mis movimientos y pensamientos al hablar en inglés se manifiestan
más fácilmente que cuando pienso, hablo y vivo en español. ¿Quién dice que puedo comunicarme en inglés
mejor que en español? ¿Tengo razón para
creer que el gringo-mexicano James es capaz de evitar los sesgos y ciclos de
decadencia simbolizados en obras como 1984,
Un Mundo Feliz, El Extranjero, Fahrenheit 451,
Ensayo sobre la ceguera, o Las Batallas en el desierto?
¿Desde cuál
horizonte se podría proclamar: “Se acabó esa ciudad. Terminó aquel país.”?
No deja de
ser curioso que un libro publicado en 1981—que cuenta la historia de los
tardíos años cuarenta o comienzos de los cincuenta en una ciudad de México que
conserva poco de aquellos años que vieron cómo el liberalismo económico
penetraba (nunca mejor dicho) nuestros enseres comerciales y económicos en la
llamada “industrialización” del presidente Miguel Alemán— aún pueda responder a
las inquietudes de la confusa adolescencia temprana.[2]
En la
confusa adolescencia temprana del periodo axial, puede ser que el inglés sea mi
segundo idioma[3] y después
de unas copas[4]—o
después de una crisis—quizá yo tenga el valor para admitirme a mí mismo: la
situación social que se ha deteriorado y
el ciclo amplio de decadencia engloban mi capacidad de hablar. “Words don’t come easy to me,”[5]
ni en inglés ni en español. ¿Cuántas
personas y cuántas situaciones me han hecho lo que y quién soy?[6] Existe la posibilidad de una “devaluación,
deformación o corrupción del lenguaje… que pueda ocurrir en una escala amplia y
masiva” y en la cual no puedo “hacer más que realizar auténticamente la
inautenticidad.”[7]
Si el bien
humano “es una historia, un proceso concreto, acumulativo, que resulta de la
captación humana y de las elecciones humanas que pueden ser buenas o malas,”[8] y el pensar
al nivel de la historia implica pensar en probabilidades, el pensar seriamente
en nietos y bisnietos implica tomar en serio estructuras heurísticas para
recordar el futuro mejor de lo que era.[9] El "ser inteligente [que] exige que se
perciban las posibilidades hasta ahora desapercibidas o inadvertidas"[10] estará
infestado de tablas de distribuciones de las probabilidades de esquemas de
recurrencia complejos.[11]
Normalmente
en cursos de ética nosotros los “filósofos” no tratamos métodos estadísticos,
ni fomentamos una consciencia histórica.
Por buenas razones: (i) es difícil; (ii) debe ser una tarea
transversal. Además hemos heredado de
Max Weber una separación de tres esferas: ciencia, moralidad y arte.[12]
Lo más fácil
y rápido sería mezclar disciplinas sin diferenciarlas en un mole
“transdisciplinario.” Por otro lado, creo
que el proceso de integrar las esferas va a tardar varios años.[13] Mientras tanto, ¿qué haremos para transformar
el chisme?
Puedo
imaginar el devenir, en las próximas dos o tres décadas, de cursos que ponen en
duda la ineficacia de: estudiar “-ismos,” hacer “mapas conceptuales” sin
conceptos,[14]
y juntar alumnos de cualquier carrera en un solo salón.
Ética para negocios
El gran reto es leer los libros de texto y ver las noticias con la sospecha que no todo está bien. ¿Es el famoso PIB parte de una ciencia básica de una economía sana, o es solo chisme? ¿Estamos en la alquimia de “macro-estáticas”? [15] “If the GNP is up, why is America down?”[16] ¿Es buen momento para releer a Josef Schumpeter y así entender el rol normativo de los banqueros y el significado básico de “crédito”?[17] ¿Por qué en los libros de macroeconomía importados de los EEUU se menciona el problema de la contaminación en la Ciudad de México, pero no se mencionan el mango, el aguacate o la marihuana?
Ética para ingeniería
Se puede aprender el cálculo como una técnica, sin entender el porqué, y sin entender el porqué, la física no tiene mucho sentido. Igual se puede aprender la química como una técnica, sin entender el porqué. Las probabilidades y las estructuras heurísticas estadísticas son claves para “pensar al nivel de la historia” (Marx), y por eso es importante para la ética. Otras oportunidades serán: investigar sobre los debates y pleitos entre los físicos al principio del siglo XX—Einstein y Bohr, Pauli y Weyl. El comentario de M. Planck sobre cambios en paradigmas—una nueva teoría científica es aceptada cuando se retira o se muere la presente generación de profesores[18]—tiene repercusiones profundas en la ética.
Ética para arquitectura
¿En cuál sentido es la arquitectura (o la danza, la poesía, el drama) “la tarea suprema y la actividad propiamente metafísica de esta vida”?[19] ¿Es posible una liberación de seres humanos a través de la creación de espacio? ¿Existe una diferencia entre “edificio” y “morada,” por ejemplo en las obras de Christian Norberg-Shulz? ¿Puede ser la crítica de Jane Jacobs contra Le Corbusier y su proyecto basado en principios cartesianos relevante para la formación de arquitectos éticos y con una visión humana?[20] ¿Puede ser “ético” estudiar, interpretar y evaluar los cambios en el siglo XX desde un estilo blanco y limpio hacia el “double-coding” en estilos más ‘posmodernos’?
Ética para derecho
¿Es posible una reforma penal eficaz sin entender los derechos humanos? ¿Es posible entenderlos y descubrir nuevas posturas para fundamentar nuevas políticas públicas sin entender la historia de la filosofía política moderna? ¿Es posible entender la historia de la filosofía política sin una reforma en la educación? ¿Se puede reformar la educación sin una filosofía de la persona como un ser cultural y regional? ¿Existe una diferencia entre una cultura de derechos humanos y una cultura de la cultura? [21] ¿Estoy dando vueltas? Me parece una labor enorme. ¿Por dónde empezamos? ¿Es una ética de mínimos posible fenomenológicamente? ¿Se puede hablar de “derechos,” “libertad” y “valores,” sin entender el devenir del discurso de los derechos humanos, por ejemplo en las obras de Leo Strauss?[22]
El gran reto
para llegar a pilotear e implementar tales cursos, y/o cursos parecidos, es
formar maestros capaces de impartirlos.
Se nota en las cuatro propuestas un toque de la consciencia
histórica. ¿Debe ser un requisito para
enseñar la ética? Creo que sí. En cualquier área, sin entender la historia
del devenir de términos y frases clave, el discurso permanece en el sentido
común. [23] “Es
obvio que la ética, al tornarse
práctica, renuncia a su única función esencial y, por esa renuncia, condena a
la practicidad a la ruina.”[24]
Se requiere
un esfuerzo para desarrollar, poco a poco, una consciencia histórica del
devenir de la física pos-newtoniana. Además,
no se puede estudiar y escribir la historia de la física sin entender la física
newtoniana y pos-newtoniana.[25] Esa historia no es algo sencillo y directo,
sino algo que ocurre en una serie de diversos pasos, desvíos, errores, y
correcciones.
La historia
real no es la historia de una sola o de varias ciencias, sino junto con ellas la
historia de las instituciones (familia, gobierno, universidad) y su miríada de
costumbres y tradiciones.
En el largo
plazo, la ética se tratará de un tipo de colaboración eficiente y hermosa entre
personas “glocales,” personas con la vocación de “retirarse de la práctica para
sanarla,” tales como mi querida humilde, paciente y tocada María de los
Angelitos.[26] ¿Qué tipo de colaboración?
[1] José Emilio Pacheco, Las batallas en el desierto, último
párrafo.
[2] José Antonio Valdés, “Las Batallas en el Desierto: tres
décadas después”, La Ciudad de Frente, enero 26, 2014.
[3] “El Inglés como mi segunda lengua” en este mismo blog spot es una
traducción del resumen de “English as My Second Language,” para el West Coast Methods
Institute, Loyola Marymount University, Los Ángeles, California, 30 de abril de
2011.
[6]
Ver Austin Farrer, Love Almighty and Ills Unlimited, London, Collins & Son,
1962, p. 114.
[7] B. Lonergan, Método en teología, Salamanca, Sígueme, 1994, 83.
[8]
B. Lonergan, Filosofía
de la educación, 67.
[10]
Método en Teología, 57.
[11] Cf. J. Duffy, “El azar, la
probabilidad emergente y la cosmópolis,” Revista
de Filosofía (Universidad Iberoamericana) 135: 313-337, 2013.
[12] "Él caracterizó, la modernidad
cultural como la separación de la razón sustantiva expresada en la religión y
la metafísica en tres esferas autónomas: ciencia, moralidad y arte, que se
diferenciaron porque las visiones del mundo unificadas de la religión y la
metafísica se escindieron. Desde el siglo XVIII, los problemas heredados de
estas viejas visiones del mundo pudieron organizarse según aspectos específicos
de validez: verdad, derecho normativo, autenticidad y belleza." Jürgen
Habermas, "Modernidad: un proyecto incompleto," en Nicolás Casullo
(ed.), El debate Modernidad
Pos-modernidad, Buenos Aires, Editorial Punto Sur, 1989, pp. 131–144.
[13] Se encuentran algunas pistas en
Philip
McShane, “Aesthetic
Loneliness and the Heart of Science,” citado en la nota #1 “El periodo axial y el
filosofar en el Siglo XXI (parte 2)”
[14] “Hay dos características de un
concepto explicativo serio…el lector recuerde las semanas, meses, aún los años
que ha gastado –con hazañas de curiosidad, y no sólo proezas de memoria-
luchando por alcanzarlo. Y el lector es capaz, aún muchos años después, de
referirse a él con coherencia, brillantez, mediante ejemplos, quizás por unas
diez horas. …los conceptos serios y explicativos como logros raros…no pasan de
generación a generación en píldoras compactas aprendidas.” Philip
McShane, Economics for Everyone: Das Jus
Kapital, Halifax, Axial, 1998, 36. Traducción libre.
[15] Ver el Anexo C Apéndice C “Hidrodinámicas y Flujos de Dinero” en J.
Duffy, “¿Dónde y Cómo Comienza el Comienzo?”, Conferencia internacional “Información, Comunicación y Complejidad,”
Universidad Nova Spania, Morelia, Michoacán, México, 8 de septiembre de 2012.
[16] Clifford Cobb, Ted Halstead and
Jonathon Rowe, “If the GDP is Up, Why is America Down?” The
Atlantic Monthly,
October, 1995, 59-74.
[17] Según Joseph Schumpeter, no debería
ser su rol “forzar su dinero sobre la gente” o “llenarse con préstamos.” Su rol es dar crédito, es decir su rol es creer. El propósito de un comité bancario, según
Schumpeter, debería ser “evaluar las posibilidades de éxito para cada propósito
y, mientras alcanza su fin, el tipo de
hombre que el prestamista es, mirándolo mientras actúa.” Cf Joseph Schumpeter, Business Cycles: A Theoretical, Historical, and Statistical Analysis of
the Capitalist Process, New York, McGraw Hill, 1939, 640, y Business Cycles II, 641.
[18] Ver Max Planck, Scientific
Autobiography and Other Papers, trad. F. Gaynor, New York, Philosophical
Library, 1949, 33-34.
[19] Martin Heidegger, “La voluntad de poder como arte,” en
Nietzsche I, trad. Juan Luis Vermal,
Barcelona, Destino, 2000.
[20]
Jane Jacobs, The Life and Death of Great
American Cities, New York, Vintage Books, 1992.
[21] Cf J. Duffy, “La Cultura de los Derechos Humanos y
Cosmópolis,” en el
blog spot “Círculo de Café.”
[22] Leo Strauss y Joseph Cropsey
(compiladores), Historia de la filosofía
política, México, Fondo de Cultura Económica, 2012. Leo Strauss “The Three Waves of Modernity,” en H.
Gildin (ed.) Political Philosophy: Six
Essays by Leo Strauss, Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1975, 81-98.
[23] “Hoy los términos continúan
definidos, pero las definiciones no son únicas: al contrario, para cada término
hay una secuencia histórica de definiciones diferentes; hay una explicación
erudita para cada cambio de definición; y no hay ningún apoyo para la visión
optimista que intentara excluir ulteriores desarrollos en esta serie mudable.” Bernard
Lonergan, “Dimensions of Meaning,” Collection,
CWL 4, University of Toronto Press, 1988, 232-245. “Las
dimensiones de la significación” traducido por Armando Bravo.
[24] Insight, p. 297. NB—en esta cita he reemplazado la palabra
“cultura” por “ética.” El término
“ética” deriva del vocablo griego ethos
que significa carácter y costumbre.
[25] Ver “La historia de la ciencia
especializada,” en B. Lonergan, Filosofía
de la educación, pp. 333-335.
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